Cuando tienes un caserío, los quehaceres nunca se terminan, y es que cuando arreglas algo, se rompe algo nuevo... o se queda obsoleto, o simplemente nos gusta complicarnos.
La cuestión es que en casa tenemos mil y una habilidades (y mil y un cacharros/herramientas), y Antton se maneja bien tanto con la madera como con el hierro.
Debido a un hurto masivo de lechugas que hemos sufrido este verano, hemos decidido mejorar el cerramiento que rodea la huerta. Siendo el primer proyecto nuestra puerta de hierro.
El material es rescatado de la chatarrería para darle una segunda vida, y además del ingenio de Antton poco más tiene. Unas bisagras resistentes y un par de manos de pintura.
¡Qué suerte tener familiares hábiles siempre dispuestos a ayudar!
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