Según unos estudios realizados por la Universidad de California, basta con nombrar las emociones para fomentar el desapego. Mediante imágenes de resonancia magnética, los investigadores observaron que cuando los participantes asignaban un nombre a las emociones negativas, se redicía la actividad de la amígdala -la parte del cerebro que nos pone en alerta en los momentos de peligro- Ponerle nombre a los sentimientos activa la region prefrontal, la zona donde se elaboran respuestas más analíticas y apropiadas, a la vez que disminuye la respuesta de la amígdala.
Este hecho explicaría también que nos sintamos mejor cuando expresamos sentimientos en voz alta a un amigo o lo escribimos en un diario.
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