Cada uno de nosotros lleva su propia carga de dolor. A veces el dolor que sufrimos es grande y evidente, otras veces es sutil. Nuestro dolor puede ser reflejo de problemas familiares, de traumas infantiles, de la influencia agobiante de la sociedad actual y de los medios de comunicación, de las dificultades de ser hombre o mujer....... Como resultado,a menudo nos sentimos rechazados. Para sobrevivir tenemos que ocultar nuestros corazones, añadir una capa de arcilla y defendernos. Dejamos de creer que somos valiosos y dignos de ser amados. Con la ayuda de la COMPASIÓN aprendemos que merecemos ser aceptados, sin importar lo perdidos que hayamos estado. Recordemos siempre que hay que confiar en la compasión, en recuperar el amor por uno mismo. A partir de aquí se produce un cambio de identidad, un desprendimiento de la capa de arcilla. Poco a poco esta compasión nos va abriendo a los demás y a ser conscientes del dolor de los demás y en esa medida a ser compasivos con todos ellos.
Cuando eramos niños, a muchos de nosotros nos enseñaron que la valentía era la forma en que uno se enfrenta audazmente al peligro. Sin embargo, según la psicología budista, la gran valentía no se demuestra con agresividad y ambición. Estas son a menudo expresiones del miedo y la ambición. EL CORAZÓN VALIENTE ES EL DE AQUEL QUE NO TEME ABRIRSE AL MUNDO.
Con la compasión, aprendemos a confiar en nuestra capacidad para abrirnos al mundo sin ataduras. Necesitamos de este valor para enfrentar un difícil divorcio sin agresividad y sin aumentar el dolor y la angustia. Lo necesitamos cuando nuestros hijos tienen problemas, cuando las cosas no van bien en nuestro trabajo. En todas estas situaciones somos vulnerables y todos los implicados en ella necesitan de compasión.
Martin Lurther King nos exhortaba: " Nunca sucumbas a la tentación de caer en la margura. Cuando reclames justicia asegúrate que actuas con dignidad y disciplina, usando los instrumentos del amor. Aunque en los peores momentos, esta actitud parezca imposible.
Vivie en compasión no significa que tengamos que donar todas nuestras posesiones, acoger atodos los mendigos y arreglar todos los problemas que se nos presenten. Tampoco significa perder el respeto por nosotros mismos ni sacrificarnos ciegamente por los otros. En la psicología budista la compasión florece solamente cuando nos acordamos de nosotros mismos y de los demás, cuando los dos lados estamos en armonía. Ser compasivos no significa ser tontos. En la compasión hay un "sí" y hay un "no", que se dicen con la misma valentía del corazón
PRÁCTICA:
Para cultivar la compasión, empieza meditando, sentado, en silencio.
Evoca el sentimiento de compasión.
Respira con suavidad y siente tu cuerpo, la vida dentro de tí.
Siente el aprecio por tu propia vida, la manera en que te miras cuando te toca enfrentarte al dolor.
Después de u rato, trae a tu mente a alguna persona cercana por la que sientas un gran cariño. Visualiza y siente tu afecto natural hacia ella.
Date cuenta de como la abrazas en tu corazón.
DEspués toma conciencia de su carga de dolor, de los sufrimientos de su vida.
Siente como se abre tu corazón para desearle el bién, para enviarle consuelo, para compartir su dolor y recibirlo con compasión.
Esta es la respuesta natural del corazón.
Interiormente recita: QUE DESCANSES EN LA COMPASIÖN
QUE TU DOLOR Y TU PENA SE ALIVIEN
QUE PUEDAS ESTAR EN PAZ!!
Continua abrazando esa persona en tu corazón. Tras unos minutos vuelve la compasión hacia ti mismo y hacia la carga de tu dolor y recita: QUE YO DESCANSE EN LA COMPASIÓN
QUE EL DOLOR Y LA PENA SE ME ALIVIEN
QUE PUEDA ESTAR EN PAZ!!
Poco a poco empieza a extender la compasión a otras personas que conozcas.
Recuerda que no estas intentando arreglar el dolor del mundo, lo estas abrazando con el corazón compasivo.
