¿En que consiste realmente el yoga?. ¿A quién se dirige?. ¿Cuales son sus objetivos y qué beneficios podemos esperar?. En general son los principiantes los que se hacen estas preguntas. Pero los profesores, a quienes se hacen regularmente estas preguntas, encontrarán también, sin duda, en este articulo de Frans Moors, algunas ideas clave y algunos argumentos sólidos.
El yoga es un arte (una manera) de vivir que nos viene de la India. Aunque se trate de una práctica muy antigua (varios milenios), su enfoque no ha perdido nada de su pertinencia. En nuestros países, y ahora en el mundo entero, numerosas personas llegan al yoga por razones relacionadas con la salud, el confort de vida y el bienestar en general. Estas personas declaran una serie de beneficios variados: una, fatigada por insomnios o un descanso incompleto, ha visto como su sueño mejoraba; otra, se siente menos nerviosa y menos irritable; una tercera, sedentaria, se admira de que unos ejercicios tan sencillos hayan podido aliviar su dolor de espalda; un hombre, de unos cincuenta años, observa una agilidad recuperada... Para el yoga, todos estos beneficios, aunque reales y apreciables, no son más que "efectos secundarios". Porque el yoga apunta ante todo hacia la armonia y el desarrollo completo de la persona, nos permite realizar lo que no podiamos hacer antes, nos ayuda a prepararnos para la acción. Tomemos estos tres puntos.
Armonia y bienestar. El camino del yoga concierne a todos los aspectos del individuo. El yoga favorece una buena salud fisica, da una gran importancia al funcionamiento correcto del cuerpo. Los ejercicios corporales y respiratorios esencialmente (asana y pranayama) actúan sobre los músculos, las articulaciones y, sobre todo, sobre la salud de la columna vertebral. Obtenemos así un masaje profundo pero suave de los órganos y un funcionamiento más equilibrado. Pensamos sobre todo en los sistemas respiratorio y cardiaco, así com en la digestión (asimilación, eliminación), etc. El yoga favorece una buena salud energética por la profundidad y la variedad de sus ejercicios respiratorios. El practicante es inducido a respirar en diferentes posiciones. Algunas requieren una respiración amplia mientras que otras al contrario la pueden volver más dificil. El prácticante aprende poco a poco a dominar el ritmo respiratorio en todas las situaciones. Desarrolla no sólo las capacidades pulmonares sino que, progresivamente, controla también todos los aspectos de la respiración. Esto enriquece la aportación energética celular favoreciendo al mismo tiempo una purificación más completa del sistema. El prácticante mejora así su tono general, goza de una mayor vitalidad y sus órganos sensoriales resultan fortalecidos. El yoga favorece una buena salud mental y psicológica. Mientras que la vida moderna nos solicita sin parar, los ejercicios y el estilo de vida que nos propone el yoga apaciguan el sistema nervioso. Reducen el estrés y mejoran nuestros reflejos. De hecho, los cambios se notan incluso en la manera de pensar: la mirada respecto al mundo evoluciona. Es mucho más fácil, incluso natural percibir las cosas de una manera más positiva. El humor, la tolerancia, la paciencia, el relajamiento, etc. son otras cualidades que encuentran un mayor espacio de expresión. El yoga favorece una buena salud espiritual, da un sentido a la vida. El practicante encuentra una calidad de paz y de serenidad que le faltaban antes. El que vive una fe religiosa se siente la mayoria de las veces confortado y estimulado en su camino; el otro da una nueva dimensión a su vida, despierta su búsqueda interior, afina y eleva sus aspiraciones. Evidentemente, todos estos aspectos van í ntimamente unidos, pues la persona es un todo. Cuando uno de estos planos va mal, es todo el edificio el que se tambalea.
Realizar lo que no era posible. Aquí también, los cambios se muestran sobre diferentes planos del ser. La práctica de los ejercicios corporales desarrolla una nueva flexibilidad, agilidad, vivacidad, pero la fuerza y el equilibrio no son menos. Muchos practicantes encuentran de nuevo una vitalidad que habían perdido, o descubren posibilidades que nunca habían supuesto. En un plano más sutil, la memoria, la capacidad de organización y de creatividad se ven estimuladas. Mejora la confianza. La disminución de los miedos y de otros bloqueos abre la puerta a nuevas cualidades sociales y de relación.
Prepararse para la acción. La tendencia ordinaria de muchas personas es de inmovilidad, de pasividad. A través de su acción sobre las diferentes capas del ser, el yoga estimula la persona y su espiritu de acción. Los ejercicios asociados a una buena higiene de vida despiertan la determinación y la autoestima. Lo hemos visto más arriba, el yoga desarrolla todos los potenciales. La estabilidad interior proporciona también una mejor capacidad de análisis. El practicante comprende mejor sus verdaderas posibilidades (ni demasiado ni demasiado poco). Se fija unos objetivos realizables y puede programar las etapas intermedias. El yoga alimenta nuestra creatividad, nos prepara para la acción (a corto o largo plazo). Nos ayuda no solo a actuar, sino a actuar correctamente y con eficacia. Sobre todo, el yoga abre una puerta a la espiritualidad y al camino interior, puede hacernos descubrir un mundo nuevo, rico e infinito.
Un enfoque ético... El yoga utiliza un cierto numero de caminos que son herramientas de transformación. No es posible citarlas todas en un articulo general, pero la disciplina de vida viene a ser como un leitmotiv. Se trata, ante todo, de conformarse con lo que está bien, es bueno y justo (dharma). Según este punto de vista, el verdadero practicante de yoga se preocupa del mundo en el que vive. Respeta la naturaleza, la cuida y la preserva. Entonces, evita cualquier destrucción inútil, contaminación gratuita, etc. El mundo no le pertenece, es él quien pertenece al mundo. Los seres son múltiples, el mundo es único. Se trata de compartir el goce con todos los otros seres. El que camina en yoga trabaja también para el bien y el equilibrio de la sociedad. Desarrolla cualidades de atención, de amor y de generosidad. Cultiva también cualidades de relajación, de tranquilidad, de apaciguamiento. Éstas le permiten estar menos crispado, menos deseoso de posesiones, pero también relativizar sus errores y sus debilidades. El yoga clásico de Patanjali da otra serie de pistas de trabajo y reflexiones: la no violencia (y su corolario, el amor) hacia uno mismo y hacia los otros, la autenticidad, la honestidad, la moderación en todo y la no codicia. También la pureza/limpieza, la satisfacción, las disciplinas personales (alimentación,etc.), el estudio y conocimiento de uno mismo. y la relación con una fuerza superior. Esta práctica puede hacerse en grupo, pero es sobre todo en la relación dual profesor/alumno que encuentra su medida. El profesor deberá encontrar el lenguaje y los matices que convienen a cada persona en función de sus intereses, de su energía y de su compromiso.
Una práctica postural... Los ejercicios corporales (asana) son sin duda la parte más conocida o la más visible del yoga. Constituyen lo esencial de la práctica del yoga en Occidente, sobre todo en las clases en grupo. Estos ejercicios dirigen sus esfuerzos a agilizar y fortalecer el cuerpo, purificándolo al mismo tiempo de sus toxinas. Estos ejercicios son numerosos y variados. Comportan a la vez movimientos (pasar repetidamente de una posición a otra), o posiciones en inmovilidad. Estas"posturas"trabajan sobre el conjunto del cuerpo, principalmente sobre la columna vertebral, de manera simétrica o asimétrica. Van asociadas a flexiones hacia delante, extensiones vertebrales, torsiones, estiramientos laterales... Todas estas variedades existen con diferentes posiciones del cuerpo en el espacio: de pie, a cuatro patas, de rodillas, tumbado sobre la espalda, tumbado sobre el vientre, sentado... La práctica de las posturas aporta un bienestar fisico y mental, aporta tonicidad y relajación. Hay rigor, pero sin competición (ni con uno mismo ni con los demás). Los ejercicios se abordan de una manera progresiva, una sesión de posturas no se hace al azar. Aqui hay que subrayar el papel de un profesor bien formado. Escoge los ejercicios en función de las necesidades y de las posibilidades de su o sus alumnos. Dispone las posturas en combinaciones armónicas, vigila los momentos de reposo y de relajación (ni demasiado ni demasiado poco), compensa las fases más exigentes a través de movimientos y respiraciones especificas, guia, aconseja, estimula o apacigua según las situaciones...
Una práctica respiratoria... No hay"postura de yoga"sin respiración. La respiración es el alimento fundamental de nuestro sistema. Si se detiene, es la vida misma la que se va. La respiración participa también de manera muy importante en la purificación del conjunto del ser. Esta doble acción (nutrición y purificación) no se detiene nunca mientras la respiración habita el cuerpo. El que respira de manera superficial se pierde este doble beneficio. Una mala respiración acarrea no sólo repercusiones fisicas desfavorables sino que puede también provocar un bajón moral, estados depresivos, descredito de uno mismo... Una buena respiración es uno de los signos esenciales de la vida y de la salud. Como ya hemos señalado más arriba, los ejercicios de yoga colocan el cuerpo en diferentes situaciones donde el practicante desarrolla progresivamente la energía respiratoria. Explora así su cuerpo"a través del interior", descubre zonas respiratorias situadas en los costados, en la espalda, aprende a administrar la respiración en posiciones difíciles... En un primer tiempo, los ejercicios centrados en la respiración (pranayama) favorecen una mejor conciencia de la respiración. Desarrollan las diferentes fases igualando la inspiración y la espiración. El practicante puede entonces dar más amplitud a una con relación a la otra; puede incluso hacer paros respiratorios controlados y medidos durante una y/u otra. Con la ayuda del profesor, aprende a frenar el flujo respiratorio por el control de la caja torácica, del vientre, de la garganta, de los orificios nasales... Se ejercita en diferentes técnicas para crear progresivamente una verdadera intimidad con la respiración.
Una práctica"mental"... El yoga no se limita a un trabajo sobre el cuerpo y la respiración, pues no hay yoga sin atención. Todos los ejercicios descritos más arriba se combinan con direcciones de observación especificas. Se trata de ejercitar la vigilancia, decidir dónde poner la atención más que ser el juguete de la mente. El practicante, por ejemplo, va a decidir repetir tal ejercicio seis u ocho veces. Una duda o una vacilación sobre el número a lo largo del ejercicio (¿es la sexta o la séptima vez?) prueba sencillamente una falta de atención, una debilidad en la concentración. Hay mil maneras de mantener la atención, de ejercitar las facultades de concentración, de desarrollar las posibilidades de interiorización. Todo esto se completa por momentos importantes de disponibilidad y observación neutra.
Una práctica meditativa... Este camino puede culminar en la interiorización pura, la meditación, donde gracias a todos los ejercicios que preceden, el practicante se reencuentra con él mismo. En esta calma interior, entra en relación con lo que cuenta para él. Se alimenta de su fuente infinita de luz, de paz y de sabiduria alojada en su corazón. El tema merece largos desarrollos, será quizá objeto de un articulo posterior. Así, poco a poco, el yoga nos invita a descubrir los diferentes planos de nuestro ser, a estimular nuestro despertar y nuestra vigilancia, a estar siempre más presentes en el instante.
¿Para quién entonces?. El yoga ya respondía a unas necesidades esenciales en la India antigua. Actualmente, cuando las obligaciones de la sociedad, las presiones del mundo profesional y los sentimientos de inseguridad son probablemente más fuertes que nunca, el yoga puede aportar un estar mejor y unas respuestas adaptadas a nuestras preguntas, cualquiera que sea nuestra edad, nuestro estatus o nuestra profesión. Cada vez más personas experimentan dificultades para adaptarse a los cambios que la vida les impone. Se sienten perdidas en la sociedad, sin equilibrio interior, su fe en ellas mismas disminuye, su confianza en el porvenir vacila. Su vida deja de tener sentido, vagan sin objetivo ni ideal. El yoga se dirige a cualquier persona que quiera mejorar su situación, que tiene una esperanza o experimenta el deseo"de ir mejor"(fisicamente, mentalmente...), a cualquiera que quiera ganar en dinamismo y en eficacia, ser más estable, mejorar su confianza, sus relaciones o elevarse espiritualmente. El camino necesita un poco de valor y de perseverancia, pero los resultados valen la pena y cada uno juzgará su eficacia por sí mismo.
www.yogamaitri.com/Frans Moors.
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