EL SUFRIMIENTO






Es un tema complejo que se nos puede presentar desde su vertiente más absurda, hasta la más desgarradora. No es fácil, no hay soluciones, pero sí maneras de abordar mejor la situación. Hay expresiones muy distintas del sufrimiento pero vamos a ver los diferentes factores que nos conducen a experimentar el sufrimiento en general.
La influencia cultural y la propia educación recibida nos induce a reproducir perfiles, comportamientos y maneras de pensar determinadas, estereotipos que influirán a la hora de interpretar y encajar las cosas. La lectura, a veces equivocada, que hacemos de nuestras acciones desde niños va interiorizándose, dejando un poso y presentándose como un condicionante a partir de ese momento. Ello nos conduce a actuar por los hábitos adquiridos y a ver la realidad no en toda su expresión, por lo que nos trae problemas para darnos cuenta, para comprender bien las cosas. El sufrimiento es la señal de que algo va mal en uno y en nuestra relación con el resto. Cualquier cosa que sucede y que pueda crear una reacción en nosotros puede llevarnos al sufrimiento. Encontramos dificultades y sufrimos por no ser capaces de comprender y aceptar la realidad tal como es, creando dolor e insatisfacción en nosotros. La sociedad actual genera antagonismos, falta de equilibrio. Nos hemos crecido, somos equivocadamente importantes, miramos todo, la naturaleza y al mundo por encima del hombro.
La sociedad estimula la idea de que podemos con todo, que todo está para ser consumido, a nuestro alcance. Buscamos el reconocimiento social por lo que tenemos; ser perfectos, tener razón siempre, son muchas cosas por las que luchar y sufrir. Nuestro orgullo, vanidad, nos hacen actuar sin miramientos, situándonos en más de un conflicto con nosotros mismos y con los demás. Pero esta manera desmedida de vernos produce también otras personas con un ego sin solidez alguna, sometidos a los embistes de los demás, sin estima, con poca capacidad de realización. Nuestra relación con todas las cosas de la vida genera identificación con ellas, seguridad, deseo de tenerlas y mantenerlas para tener sensaciones agradables. Huimos de lo que no nos gusta proyectándolo sobre los demás, alejándolo de nosotros. Querer cada vez más cosas, para tener y creernos más de lo que somos, también es una constante que no tiene fin. Es como tratar de estirar un pelo que es rizado, lo seguirá siendo o como saciar la sed con agua salada. Así funciona nuestra mente, queriendo negarnos nuestra capacidad de decisión. También aquí los extremos se expresan con crueldad y juzgamos y rechazamos todo aquello que no nos interesa. Todo ello nos lleva a que ante cualquier situación que no controlamos, que desconocemos, nos sentimos incómodos, temerosos, con miedos que marcan también nuestras vidas. Miedo a perder el tren, a tu pareja, a que llueva y no podamos ir a la playa, a no ser aceptados, miedo a la muerte, etc.Nos quedamos con lo material, lo superficial, la imagen vende.
Pero el sufrimiento es inevitable. La insatisfacción, el sufrimiento es parte de la vida, no podemos suprimirlo. Debemos aceptar la realidad tal como es, en toda su dimensión, con su cara y cruz. Necesitamos parar, reflexionar. No importa que no tengamos tiempo, lo que no tenemos que tener es prisa, pues nos priva de disfrutar cada instante. Porque es importante tener consciencia de cada cosa que hacemos.
Planificarnos, organizarnos para establecer prioridades y actuar con conocimiento, con entrega. Reflexionar y desarrollar la atención para fortalecer la mente y evitar sus cambios caprichosos, una y otra vez en cualquier actividad de la vida diaria, para disfrutar de cada momento, para entregarnos en cada acción, para vivir la vida en estado puro. Porque no se trata de construir castillos en el aire, de marcarnos grandes propósitos de aspirar a conseguir determinados resultados. No es conseguir un fin sin importarnos los medios. Se trata de hacer las cosas con atención, de la mejor forma posible, con calidad, con mimo, desde el corazón, creando las condiciones para favorecer un buen resultado. Haciendo que los medios determinen el fin. Garantizando un grado de satisfacción tal que ante una posible frustración en los resultados, todo se vera de otra forma, con menos impacto.
Pero la capacidad de darnos cuenta y de desarrollar la atención es más importante de lo que parece. Implica darnos tiempo, parar el ritmo alocado que llevamos, observar el calentón sobre nuestra cabeza, dejar en definitiva que se descongestione la mente. También es ver las cosas en profundidad, con perspectiva, con espacio, aceptando su presencia, delante nuestro. Conseguiremos observando, no sentirnos tan involucrados y decidir con más libertad, sin tanta presión. Alcanzaremos una mayor comprensión de nuestra realidad y encajaremos mejor las situaciones adversas. Las veremos como algo natural.
Necesitamos volver a situarnos con respeto y nobleza ante el mundo, la naturaleza, la Creación y ser capaces con humildad de reconocer que hay cosas que se nos escapan a nuestro control, que nos pueden sobrepasar. Las cosas serán como tengan que ser y a veces son así porque son así. Hay que recuperar ciertos valores, que nos sirvan de referencia constante en la vida. El respeto en nuestras relaciones, la sinceridad, la moderación y reconocer lo que es de cada uno. Ayudar a los más necesitados (ONGs...) y mostrar así lo mejor de nosotros. Recuperar el humor, la sonrisa perenne, el agradecimiento hacia lo que tenemos y a lo que hemos tenido, el agradecimiento a la vida. Hacer en definitiva una lectura positiva de cada momento para establecer un hábito en nosotros que nos permita "atenuar" cualquier situación desagradable.
Abrirnos y tener un espiritu más aventurero. Exteriorizar el malestar, la insatisfacción, respetando los valores señalados. Comunicarlo en nuestros circulos más proximos, con la pareja, amigos, etc. para desahogarnos y ayudarnos a nosotros mismos a expresar nuestras emociones, a esforzarnos en verbalizar, racionalizar nuestros problemas y recibir consejos del entorno más querido. Concedernos una via de expresión donde nuestro sufrimiento se vaya debilitando. El rechazo hacia algo que no nos gusta provoca en nosotros más dolor, más enconamiento. Es una fuerza que se vuelve contra nosotros, necesitamos aceptarlo para poder introducir una posibilidad de cambio, como algo normal que está en nosotros. Desde esa posición podemos intervenir con otra imparcialidad, con dialogo para solucionarlo mejor. Reconocer los pensamientos y los acontecimientos como hechos cambiantes; reflexionar sobre la muerte y la caducidad de tantas cosas cotidianas. Reflexionar sobre la vida como algo pasajero que hay que disfrutar, nos conducirá a asumir las perdidas, la muerte, con naturalidad, en paz.
El yoga puede ayudarnos en todo esto. Porque establece un alto en el camino, un tiempo para nosotros, llevando la atención sobre lo que hacemos. Conociéndonos desde nuestro aspecto más externo, nuestro cuerpo, fortaleciéndolo y aportándonos salud. Tomando contacto con la respiración, abriendo espacios dentro de nosotros, llevando la calma y conectándonos con algo profundo. Desde la calma y la estabilidad mental alcanzar la apertura de corazón. Es dificil pero posible, tenemos mil y una oportunidades cada dia. Reflexionar, meditar para ver con claridad y reconocer que nuestro esfuerzo es determinante. No podemos exculparnos y responsabilizar a otros. La voluntad, un minimo de disciplina y determinación es necesaria para aceptar la realidad y transformar lo negativo en positivo.
Alumnos-as del Estudio Yoga Maitri
Gracias a todos los alumnos por su participación en estas"Tertulias".
Salud y bien para todos. NAMASTE.

Subir





0 comentarios:

Publicar un comentario

Design by WPThemesExpert | Blogger Template by BlogTemplate4U