Los indios Hitatsa de Norteamérica dicen que todas las cosas naturales tienen una sombra o su espíritu. Entre estos, los más poderosos viven en las grandes álamos, capaces de ayudar a los hombres en ciertas empresas.
Cuando las riadas d Missouri arrastraban los árboles, mientras aún tenian raices en el suelo, dicen que gritaban hasta caer al agua. Incluso atribuian las desgracias de la tribu a la tala de estos árboles vivos, pues antiguamente solo se utlizaba la madera de los árboles caidos de forma natural.
En muchas tradiciones existen relatos de árboles que lanzan gritos de dolor de árboles que lanzan gritos de dolor e indignación al derribarlos e incluso sangran. Algunos pueblos pedian perdón al árbol que iban a derribar y le dejaban ofrendas. Los Kayakos de Borneo al hacer su nueva casa mantenian una penitencia de un año sin matar osos, tigres ni serpientes pues ya se habían visto obligados a matar árboles.
Se cree que los espíritus que viven en los árboles pueden a veces seguir escondidos en la madera que se utilizaba para hacer la casa. Una práctica muy extendida entre diversos pueblos cercanos a las grandes selvas fué la del ayuno y la estancia en el bosque más o menos prolongada y en soledad para entrar en relación con esas entidades.
Pero ya nadie cree en espíritus, cada día nos volvemos más frios y más ciegos. Los árboles se talan sin tener en cuenta el daño que se les hace. Deberíamos de recuperar el respeto a nuestros árboles que no solo nos dan la vida, el oxígeno, sino que nos protegen de los malos espíritus que cada vez nos frecuentan más.
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