A finales de los años sesenta, Palito Ortega entró en las listas de éxitos musicales con una canción pegadiza cuyo estribillo rezaba: " la felicidad-a-a-a-a, me la dió tu amor-o-o-o-o" Hoy, casi cincuenta años después, la ciencia y los estudios sociológos le dan la razón al estribillo de Palito. Según la neurología y diversos estudios de psicología la materia prima esencial de la felicidad es EL AMOR. Nadie es más feliz que el que ama y a su vez se siente correspondido. La ternura, el afecto y las caricias son la primera parada en el camino hacia el centro de la felicidad.
El amor y la intimidad que de él se deriva constituyen la única manera de aprehender a otro ser humano en lo más profundo de su personalidad. En este proceso, la persona que ama posibilita que el ser amado manifieste sus potencias. Es a través de esta forma de conciencia de la que podemos llegar a dar gracias al reconocimiento y al apoyo de quien nos ama, que se activa un mecanismo, una especie de despertador interno, que fortalece nuestro potencial hasta convertirlo en realidad. Allí, en el proceso de desarrollo personal que nace del amor, se vive una experiencia mucho más intensa que el placer: la felicidad.
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