LAS LAGRIMAS QUE DERRAMÉ AYER SE HAN CONVERTIDO EN LLUVIA




Ayer en mi dolor, lloré. Pero dado el caracter efímero
 de las cosas, mis lágrimas se han transformado.
Se han convertido en lluvia, que trae frescor y
crecimiento. Las lágrimas que derramamos nos ayudan
a sanar nuestras heridas y transformar el sufrimiento
que hay dentro de nosotros.
Si las reprimimos, el sufrimiento continuará creciendo
en nuestro interior, lo que nos impulsará a tratar
 a los demás de forma agradable.

Tenemos que permitir que el sufrimiento
salga a la superficie de forma que podamos reconocerlo,
abrirle los brazos y transformarlo.
De lo contrario, se lo trasmitiremos a nuestros hijos
y a las personas de nuestro alrededor.

Si comprendemos que todo es efímero,
entenderemos que nada permanece para siempre,
tampoco nuestros sufrimientos.
Las lágrimas pueden alimentar nuestra compasión
y nuestra comprensión.
Y así  es como la transformación puede engendrar la felicidad!!


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